martes, 24 de junio de 2008

JULIO VISCONTI, ACUARELISTA



A la sombra de la torre de una iglesia, en mi pueblo, tiene Julio Visconti su casa y su plaza. Mi pueblo es Guadix y la iglesia es la del monasterio de Santiago que tiene un pórtico de Diego de Siloé.


La casa de Julio es un atiguo palacio del siglo XVI con heráldica, patio, galerías y grandes salones, totalmente remozado. Hasta sus tejados vuelan las palomas y el repique de las campanas los días de fiesta mayor. Allá queda la torre de la Catedral y el viejo dorado de las piedras y los muros de la ciudad blasonada.


Por vocación, adopción y predileccióm Julio es hijo ilustre de Guadix, aunque por amor y naturaleza sea de Almería, donde yo vivo y escribo desde hace años. El mar de Almería constituye el secreo más profundo del arte de Visconti, testimonio mediterráneo de su origen Todos los barcos de Levante, nebulosos y perdidos, pasan por delante de su casa de San José. Los de Almería reposan en las aguas tranquilas de su puerto, hacia la Pescadería, el mar sereno de Visconti, purísimo y transparente como su cielo. Hasta el agua de los canales de Venecia de sus pinturas beben de la misma luz, de la misma quietud lírica de estas aguas remansadas y latinas. Julio ha fundido el mar y lo ha convertido en oro purísimo, misterioso e increado.


Muchos días me encuentro con Visconti por el Paseo marítimo como ante una acuarela viva dibujada por el ala de una gaviota o el remo de unas de esas embarcaciones de viento que de lejos parecen mariposas. Y el largo puente del mineral o el brazo pétreo del faro...


Pero Visconti es también autor de otras contemplaciones cromáticas y bellísimas, tierras de Italia y España, el mundo interior de las ciudades y de las casas con sabor donde vivieron los hombres, casas de Granada o Almería... Admiro el silencio plástico de esos salones de casa antigua y señorial transpasados por la nostalgia, vaporosos por el olvido, dejando ver retratos y cornucopias, librerías y bargueños, tresillos y alfombras, hasta la luz caliente que se desprende de sus cortinas y de las losetas de ladrillo rojo del suelo... O esas alcobas de cortijo de paredes húmedas y encaladas oliedo a bancal y acequia, a vida olvidada: un baúl, una palangana, la cama vestidas no se sabe si de vida o de muerte, siempre oculta...


Veo a Julio Visconti por el Paseo de Almería camino de ninguna parte, pensativo y solitario, abstraído por el tránsito de alguna de sus obras en gestación, hijo de la luz naciente de su última iluminación, esa desde la que nos mira siempre...




José ASENJO SEDANO




Texto de la Presentación de la EXPOSICIÓN en PRO AR7, Galería de Arte, Granada, Mayo de 1999, realizada por José Asenjo Sedano, amigo del pintor.

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